sábado, 10 de septiembre de 2011

Escenas de libros: Gregory, el niño que hizo caer a las turbias aguas del Támesis a un duque y a un vizconde (nada más y nada menos)

Esta escena del Duque y yo de Julia Quinn es muy divertida. Esta año cuando fui a Londres y visité Greenwich, simplemente no podía parar de reír al recordarla...
A este niño habría que hacerle un altar. 
P.D. Dejo una foto del Observatorio de Greenwich, Londres.


Reseña y descarga del libro





Llegaron al embarcadero, junto al resto de los Bridgerton. Algunos ya 
habían subido a bordo, pero Gregory estaba bailando encima de la pasarela. 
—¡Gregory!—gritó Violet, enfadada—. ¡Basta ya! 
Gregory dejó de bailar, pero no se movió de donde estaba. 
—Sube a bordo o quédate en el embarcadero. 
Simon se soltó de Daphne y dijo: 
—Esa pasarela parece mojada —empezó a caminar hacia él. 
—¡Ya has oído a mamá! —exclamó Hyacinth. 
—Hyacinth —se dijo Daphne —. ¿Es que no puedes mantenerte al 
margen de nada? 
Gregory le sacó la lengua. 
Daphne hizo una mueca y entonces vio que Simon seguía caminando 
hacia Gregory. Corrió hacia él y le dijo: 
—Simon, estoy segura de que estará bien. 
—No si resbala y queda atrapado entre las cuerdas—dijo, señalando con 
la cabeza un montón de cuerdas enredadas que colgaban del barco. 
Simon llegó a la pasarela, caminando tranquilamente, como el hombre 
más despreocupado del mundo. 
—¿Vas a moverte para que pueda pasar? —dijo Simon, en un extremo de 
la plancha. 
Gregory parpadeó. 
—¿No tienes que acompañar a Daphne? 
Simon hizo una mueca y dio un paso adelante pero, justo entonces, 
Anthony, que ya estaba en el barco, apareció en el otro extremo. 
—¡Gregory! —exclamó— ¡sube al barco de una vez! 
Desde el embarcadero, Daphne observó horrorizada cómo Gregory se 
giraba sorprendido y perdía el equilibrio. Anthony estiró los brazos para intentar 
cogerlo, pero Gregory ya tenía el culo en la pasarela, y Anthony sólo abrazó el 
aire. 
Anthony intentó no perder el equilibrio mientras Gregory resbalaba 
pasarela abajo y golpeó a Simon en las piernas. 
—¡Simon! —exclamó Daphne, corriendo hacia él. 
Simon cayó a las turbias aguas del río mientras a Gregory le salí del alma 
un: 
—Lo siento. 
Subió por la pasarela de espaldas, como un cangrejo, sin mirar por dónde 
iba. 
Posiblemente, eso explique que no supiera que Anthony, que ya casi 
había recuperado el equilibrio, estaba justo detrás del él. 
Gregory le dio un manotazo a Anthony en la entrepierna y éste se quejó y, 
antes que nadie pudiera hacer algo, Anthony estaba en el agua, junto a Simon. 
Daphne se tapó la boca con una mano. 
Violet la agarró del brazo. 
—Te sugiero que no te rías. 
Daphne apretó los labios en un intento de obedecer a su madre, pero le 
costaba mucho. 
—Pero si tú te estás riendo —le dijo a su madre. 
—No es cierto —mintió Violet. Tenía el cuello tenso por el esfuerzo que 
estaba haciendo por no reírse—. Además, yo soy una señora. No se atreverían 
a hacerme nada. 
Anthony y Simon salieron indignados del agua, empapados y mirándose 
el uno al otro. 
Gregory siguió subiendo hasta el barco y se escondió. 
—A lo mejor deberías interceder —le dijo Violet a Daphne. 
—¿Yo? —dijo Daphne. 
—Me parece que van a llegar a las manos. 
—Pero ¿por qué? Ha sido culpa de Gregory. 
—Ya lo sé —dijo Violet, con impaciencia—. Pero son hombres y los dos 
están furiosos y ofendidos, y no pueden desahogarse con un niño de doce 
años. 
Ya entonces, Anthony estaba diciendo: 
—Me habría encargado yo solo. 
Y Simon decía: 
—Si no lo hubieras asustado… 
Violet puso los ojos en blanco y le dijo a Daphne: 
—Pronto aprenderás que, ante una situación en que quedan en ridículo, 
todos los hombres tienen la imperativa necesidad de echarle la culpa a otra 
persona. 





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