sábado, 17 de septiembre de 2011

Saga Love by numbers 1: 9 reglas que romper para seducir a un granuja de Sarah MacLean

9 Reglas que romper para seducir a un granuja.




1. Besar… apasionadamente.
2. Fumar puros y beber alcohol.
3. Montar a horcajadas.
4. Practicar esgrima.
5. Asistir a un duelo.
6. Disparar una pistola.
7. Jugar (en un club de caballeros).
8. Bailar todos los bailes en una fiesta.
9. Ser considerada hermosa. Una sola vez.

Una de las reglas sociales más conocidas dice que una joven de buena familia nunca debería acudir a casa de un marqués de mala reputación y pedirle un beso apasionado. Sin embargo, para conquistar a este granuja, lady Carpurnia Hartwell deberá romper todas las reglas….
Lady Calpurnia Hartwell siempre ha seguido las reglas, reglas que la han dejado soltera, y más que un poco insatisfecha. Así que se compromete a romper las reglas y vivir la vida de placer que ella se ha estado perdiendo.
Pero para bailar cada baile, para robar un beso a medianoche - para hacer esas cosas, Callie necesita un socio dispuesto. Alguien que sepa todo acerca de romper las reglas. Alguien como Gabriel St. John, el Marqués de Ralston, encantador y devastadoramente guapo, su malvada reputación sólo comparable con su sonrisa pecadora.
Si ella no tiene cuidado, va a romper la regla más importante de todas, la que dice que los buscadores del placer nunca deben enamorarse perdidamente…



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Este libro lo descubrí hace muy poco y lo acabo de leer. Me encanta. Lo recomiendo especialmente. Un argumento muy original, escenas muy frescas y divertidas. Y sobretodo unos personajes geniales. Y es increíble como esta mujer acaba haciendo todo lo de la lista, a pesar de las dificultades porque en esa época eran muy cerrados de mente.
Estoy deseando que salgan los dos siguientes de la saga.


Callie observó fascinada cómo Benedick abría la purera de plata y sacaba dos
largos y finos puros de color chocolate. Luego le vio ponerse uno en los labios y
encender la cerilla, aspiró y exhaló una nube de humo.
—¡Fascinante! —Callie ladeó la cabeza y observó cómo se encendía la punta del
cigarro.
Cerrando los ojos, como si no quisiera ser testigo de la inocente cara de su
hermana y su propio mal comportamiento, Benedick aspiró hondo otra vez y luego
ofreció el puro a Callie.
Ella lo cogió, temblando de excitación. Por supuesto, cuando tuvo el objeto
entre los dedos no supo cómo proceder. Buscó la divertida mirada de su hermano a
través de la columna de humo que emitía el cigarro y le dijo:
—¿Y ahora qué hago?
—Poco más hay, la verdad —indicó Benedick despreocupadamente—. Ahora te
lo fumas.
—¿Así? —preguntó ella, llevándose el puro a los labios y respirando hondo.
Observó que Benedick abría los ojos como platos al verla hacer aquello, y no fue
consciente de nada más porque comenzó a toser bruscamente. Una horrible y ronca
tos que consumió todas sus fuerzas. Fue vagamente consciente de que su hermano le
quitaba el puro de la mano para permitir que ella se diera palmaditas en el pecho.
Desesperada por obtener aire, aspiró profundamente un par de veces, lo que provocó
que volviera a toser y que Benedick le golpeara la espalda hasta que ella levantó la
mano para que se detuviera, temiendo que aquellos golpes le dejaran los pulmones
sin aire.
Cuando pudo pensar en algo que no fuera respirar aire puro, miró a su
hermano, que se inclinaba sobre ella temblando. Segura de que se estremecía de
preocupación por su bienestar, Callie se dispuso a apaciguar sus temores, pero
descubrió que los temblores no eran debidos a eso, sino a que estaba conteniendo la
risa. Al notar aquella amplia sonrisa, la mirada tranquilizadora de la joven se
transformó de inmediato en un ceño fruncido. Los dientes brillaban en medio de la
cara de Benedick, ahora roja por el esfuerzo de no reír.
—No eres un caballero.
Aquellas palabras acabaron con la contención del conde, que comenzó a reírse a

carcajadas ante el enfado de su hermana. Al ver su diversión, Callie empezó a
encontrarle la gracia a la situación y comenzó a reírse también, lo que provocó otro
acceso de tos, más palmaditas y otra ronda de risas.



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